En 2007, Timothy Brown, un ciudadano estadounidense que vivía en alemania y que era portador del VIH, en tratamiento y con su infección controlada, desarrolla una leucemia mieloplásica aguda. Luego de que el tratamiento convencional fallara, no quedó más remedio que hacer un trasplante de médula ósea.
Recordemos que la médula ósea es la encargada de producir todas las células sanguíneas, entre las cuales se encuentran los linfocitos del sistema inmunológico.
Su médico, el hematólogo Gero Huetter, tuvo la genial idea de buscar un donante de médula que no sólo fuese compatible con el paciente sino que además tuviera una particularidad genética que lo hiciera inmune al VIH.
Aunque parezca de ciencia ficción, existe un pequeñísimo porcentaje de la población que, gracias a una particularidad genética llamada deleción delta-32, son inmunes al VIH, es decir, el VIH no los puede infectar. Esa particularidad genética consiste en la ausencia del correceptor CCR5 en la superficie de los linfocitos y que el VIH necesita (junto con el receptor CD4) para poder penetrar el linfocito e infectarlo. Sin ese correceptor sencillamente el virus no puede entrar e infectar las células.
El astuto hematólogo, entre millones de personas, consiguió el donante, se llevó a cabo el trasplante y entonces se produjo lo que se ha convertido en uno de los episodios más brillantes de la historia de la medicina y del VIH, el paciente no sólo se curó de la leucemia sino que además se curó del VIH.
Los médicos quedaron incrédulos luego de que, tras meses de haber suspendido la terapia antirretroviral, el paciente no tenia un sólo rastro de VIH en su cuerpo, ni en sangre ni en tejidos.
La explicación es sencilla pero a la vez complicada. Luego de haber sido sometido a intensas sesiones de quimioterapia y radioterapia (que probablemente eliminaron el reservorio viral), el trasplante recibido permitió que las nuevas células producidas por la nueva médula fueran resistentes al VIH, con lo cual, si habia quedado algun virus sobreviviente de la quimioterapia, éste no puediera infectar a las nuevas células y por lo tanto no pudiera reproducirse, llevándolo a su desintegración.
En 2010 y tras 3 años de haber realizado el trasplante y de cientos de pruebas ultrasensibles que no han detectado ni un sólo virus en su cuerpo, el paciente fue declarado por una junta de expertos médicos de todo el mundo CURADO del VIH. Es la primera persona en la historia que logra curarse gracias a este complejo y afortunado proceso.
Muchos pensarán que la cura del VIH ya ha sido descubierta y que todo esta resuelto. Pero no es así. El trasplante de médula ósea es un procedimiento médico sumamente complicado, que tiene un riesgo alto de muerte. Además es extremadamente difícil encontrar un donante compatible y además portador de la deleción delta-32, ya que apenas el 0,1% de la población la posee.
Sin embargo, aunque este extraordinario suceso no significa en sí mismo la cura del VIH, se ha convertido en la prueba de concepto de que sí es posible curar la infección, revolucionando el campo de la investigación del VIH y llevando a varios equipos científicos en diferentes partes del mundo a trabajar coordinadamente en cómo reproducir de forma más segura y sencilla este proceso. Y quien quita que sea la puerta que nos conduzca a un tratamiento curativo definitivo.
La historia del paciente de Berlín sin duda será recordado como uno de esos episodios extraordinarios en la historia, en donde se mezcla ciencia, ingenio y fortuna, para dicha de la humanidad.
Fuente: gtt-vih.org
Edición: Rutilio Martini